¿Te reconoces en estos hábitos?
- Llegas a algún lugar y no sabes cómo has llegado.
- Intentas entrar por una puerta equivocada.
- Colocas una seña en el teléfono y lo bloqueas.
- Te levantas de la mesa para comer sin tener hambre.
- Gritas como loco/a si te cierran el paso en la carretera (y nadie te escucha).
- Te cuentan algo y no sabes qué te han contado.
Si has respondido que sí a alguna de estas situaciones, ¡tranquilo, es completamente normal! Es tu mente operando en piloto automático, un estado en el que todos caemos en algún momento. No estás solo; nos pasa a todos. Simplemente reaccionamos sin detenernos a actuar con plena conciencia.
Ejemplos del Piloto Automático en Acción
Voy a contarte algo que seguramente te resultará familiar:
Los sábados a las 8 a.m., voy a nadar. Pero muchas veces, mi mente empieza a inventar excusas para no ir: “el agua estará fría”, “hace viento”, “me resfriaré”… Mi cabeza se activa en piloto automático, buscando cualquier razón para quedarme en casa calentita.
Otro ejemplo: ¿quién no se ha levantado del computador directo a la cocina para picar algo, sin hambre? Probablemente solo estás cansado de estar frente a la pantalla y buscas una pausa.
Y ni hablar de esos momentos en que, después de equivocarte, automáticamente piensas: “soy un inútil”.
¿Qué Valor Tienen los Hábitos?
Los hábitos, en realidad, no son malos. De hecho, ¡nos facilitan la vida!
Imagina que todos los días tuvieras que aprender a conducir desde cero: el estrés sería inmenso. Gracias al piloto automático, tareas como conducir se vuelven naturales.
Sin embargo, el piloto automático puede volverse contraproducente, especialmente cuando nos impulsa a actuar sin conciencia y, a menudo, de manera negativa hacia nosotros mismos. Pensamientos repetitivos sobre nuestra supuesta incapacidad, una autocrítica excesiva ante los errores, miedos irracionales a escenarios inexistentes y otros patrones que nos limitan son claros ejemplos de ello.
¿Cómo Recuperar el Control?
La clave está en identificar cuándo estamos en piloto automático y decidir si ese hábito nos beneficia o no. Pequeñas pausas, preguntas conscientes y nuevas prácticas pueden ayudarnos a salir de este estado y reconectar con el presente.
Una pequeña práctica de conciencia:
La próxima vez que te levantes a buscar algo de comer en medio del trabajo, detente un momento y pregúntate: ¿Tengo hambre realmente o simplemente me he levantado sin pensar? Obsérvate. Si descubres que tienes hambre porque no has desayunado o llevas mucho rato sin comer, adelante, es momento de alimentarte. Pero, si no es así, simplemente reconoce el impulso y sigue con lo que estabas haciendo.
Otra práctica útil: piensa en cuántas veces cogemos el teléfono sin que sea realmente necesario. Nuestro cerebro probablemente encontrará alguna excusa para justificarlo, pero hazte esta pregunta genuina: ¿Realmente necesito usar el teléfono ahora? Si la respuesta es sí, úsalo con intención. Si es no, déjalo y vuelve a tus tareas.
Ser conscientes de nuestras acciones, incluso en estos pequeños gestos cotidianos, nos da libertad y nos permite elegir cómo queremos vivir cada momento.
¿Qué hábitos tienes en piloto automático? ¿Cómo puedes empezar a ser más consciente de ellos?