Cuenta una antigua fábula de Esopo que un anciano, preocupado por las constantes peleas entre sus hijos, quiso enseñarles una lección.
Les entregó una vara a cada uno y les pidió que la rompieran. Lo hicieron con facilidad. Luego, ató varias varas en un solo haz y les pidió que intentaran quebrarlo. Nadie pudo. Entonces, les dijo:
“Si permanecéis unidos, nadie podrá venceros. Pero si vivís separados, seréis frágiles como estas varas cuando están solas.”
Esta fábula me hizo recordar una reflexión que tuve ya hace más de un año al respecto de la individualidad y la sociedad. Te la cuento:
Un árbol caído y una reflexión
Hace ya más de un año mientras corría después de una gran tormenta, me encontré con un árbol caído. Y pensé:
Si hubiera estado rodeado por un bosque frondoso, con otros árboles sosteniéndolo con sus raíces y ramas, ¿habría caído?
No pude evitar hacer una analogía con nuestra sociedad. Cada vez somos más, pero también más individualistas.
Pensamos solo en nuestro pequeño universo, mientras dependemos de otros para todo: para la comida, el cuidado de nuestros hijos, nuestros mayores, nuestras ciudades. Nos hemos alejado de la comunidad que antes nos sostenía.
Volver a conectar: pequeñas acciones que cambian todo
No podemos ayudar a todo el mundo, es cierto. Pero tal vez podamos empezar por quienes nos rodean: nuestros amigos, nuestra familia. Percibir cuando alguien nos necesita, estar atentos, tender la mano antes de que nos la pidan.
Porque a nadie le gusta pedir ayuda, pero cuánto se agradece cuando alguien la ofrece en el momento justo.
No somos varas solitarias. No somos árboles aislados. Somos un bosque. Y en la unión está nuestra fuerza.
¿Cuándo fue la última vez que sentiste el apoyo de los demás? ¿O cuándo ayudaste a alguien sin que tuviera que pedirlo?
Gracias por estar aquí.
Link para mi reflexión de hace más de un año.