Como empecé en el mindfulness

Me pareció demasiado elaborada, llena de colores y brillos, con puertas que parecían inaccesibles. Pensé: "Esto no es para mí".
Me pareció demasiado elaborada, llena de colores y brillos, con puertas que parecían inaccesibles. Pensé: "Esto no es para mí".

Mi primera experiencia con la meditación fue a través de una práctica más espiritual, que involucraba visualizaciones de luces, paisajes idílicos y otros elementos que no encajaban del todo con mi naturaleza pragmática. Me pareció demasiado elaborada, llena de colores y brillos, con puertas que parecían inaccesibles. Pensé: “Esto no es para mí”.

Sin embargo, siempre he sido una persona muy curiosa, y el cerebro, el órgano más increíble de nuestro cuerpo, me fascina. Todos los órganos son asombrosos, pero el cerebro, de alguna manera, es el director de nuestra existencia.

Luego descubrí la psicología positiva, de la cual siempre hablo, y fue ella quien me presentó al mindfulness. Aquí estaba, una práctica meditativa, pero sin las imágenes fantasiosas de aves azules ni luces de colores, con una base científica sólida. Quiero dejar claro que no critico las meditaciones espirituales; simplemente, no son para mí.

Gracias a mi primer curso de ocho semanas, comprendí cómo funciona nuestra mente y cómo tenemos la capacidad de aumentar nuestra felicidad. Entonces me dije: 

“¿Por qué no convertirme en instructora?”. 

No fue fácil: dos años de cursos, prácticas, días en los que no tenía ganas de meditar pero lo hacía de todos modos. Incluso en esos momentos seguía aprendiendo, enfrentándome a los obstáculos que mi mente me ponía. Aprendí a observarla y a elegir cómo quería actuar, aunque claro, no siempre somos como el Dalai Lama.

Creo sinceramente que si no hubiera sido por el mindfulness y el yoga durante la pandemia, me hubiera vuelto loca 😧.

Como siempre, gracias por leerme.

Gracias por estar aquí

Con cariño 

Raquel

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