Ser competitiva no es necesariamente negativo

Es necesario observarnos a nosotros mismos con honestidad y comprender cómo podemos convertir esa competitividad en algo que nos impulse positivamente, en lugar de limitarnos.
Es necesario observarnos a nosotros mismos con honestidad y comprender cómo podemos convertir esa competitividad en algo que nos impulse positivamente, en lugar de limitarnos.

Hoy, mientras nadaba, un pensamiento me vino a la cabeza (Tal vez sea ayer cuando leas esto), pero quiero compartirlo. Reconozco que tengo una faceta competitiva; es una parte de mí que aquellos que me conocen reconocerían al instante. Sin embargo, comprendo que no siempre se puede ganar. A veces, no se trata ni siquiera de ganar. En ocasiones, simplemente no podemos ser mejores que los demás, y los demás pueden superarnos.

Mientras nadaba con mi compañera de entrenamiento, noté que ella iba más rápido que yo. Ya sea por las aletas u otras razones, estaba claramente a un ritmo más veloz. En momentos anteriores, habría reaccionado acelerando el paso, exhausta y estresada por alcanzarla. Pero hoy, decidí tomar una perspectiva diferente. Opté por una práctica diferente: nadé para mí misma, no para competir. Nadé para disfrutar del momento, aunque de vez en cuando, algún pensamiento competitivo se asomara en mi mente. Sin embargo, cada vez que eso sucedía, volvía a centrar mi atención en mi propio cuerpo y bienestar.

Ser competitiva no es necesariamente negativo. De hecho, puede ser una fuerza impulsora hacia el crecimiento y la mejora personal. Sin embargo, cuando esa competencia nos causa daño, nos impide progresar o nos bloquea, es crucial detenerse y reflexionar sobre ello. Es necesario observarnos a nosotros mismos con honestidad y comprender cómo podemos convertir esa competitividad en algo que nos impulse positivamente, en lugar de limitarnos.

Gracias por estar aquí

Con cariño 

Raquel

Comparte el post:

Otras Publicaciones

plugins premium WordPress